28.6.11

Autoentrega

texto y foto: Anahí Flores
Retomemos el código de ética del que ya hemos hablado en otras ocasiones (en los textos No creerse el dueño de las montañas y en Optar por el buen o mal humor). Una de las diez partes del código consiste en la autoentrega a una determinada situación. Esto significa: si ya se hizo todo lo posible por conseguir algo y no se lo ha logrado, no deprimirse, ni enojarse, ni hacer que las cosas empeoren. Simplemente aceptar la situación como es: let it be.
Una vez, estábamos en medio de una travesía que en algunas partes no tenía la picada marcada. Y justo en uno de esos trechos, la neblina, que ya había estado amenazando durante el día, se intensificó hasta el punto de impedirnos ver lo suficiente como para empalmar con la picada que reiniciaba más adelante. Ni el baqueano que nos acompañaba supo orientarse. ¿Qué hacer entonces? ¿Lamentarse por la mala suerte? ¿Desesperarse hasta contagiar ese estado al resto del grupo? ¿Enojarse con la neblina, con el baqueano, con la noche que se acerca? ¿O disponerse a buscar un sitio alternativo donde pasar la noche, aceptando así que, entonces o más tarde, habrá que armar campamento en algún lugar diferente al del plan original? Lo más inteligente, sin duda, es entregarse a la situación y contornear el obstáculo de la mejor forma posible, sobre todo evitando transmitir un probable malhumor a los demás (nadie quiere estar en un grupo estresado, y hay que tener en cuenta que el humor, tanto el bueno como el malo, es muy contagioso).
Precepto moderador: no apelar a la autoentrega como excusa para no esforzarse por encontrar la picada. Es una actitud para poner en práctica cuando ya se haya hecho todo lo posible por conseguir lo que estábamos buscando.


Este texto también se encuentra en Organicamente.

11.5.11

Foto de una clase al sol en Plaza de Mulas - Aconcagua (4300 mts)

Optar por el buen o mal humor


Texto: Anahí FloresEnlace

Foto: Miguel Sampedro

Muchos somos los que pasamos el año en un contexto urbano y disponemos de unos pocos días para disfrutar de las montañas. Anhelamos ese tiempo y cuando llega, queremos disfrutarlo al máximo. Sin embargo, en nuestra programación no existe el mal clima u otros obstáculos y somos capaces de enojarnos porque llovió toda la semana (imposibilitando un trekking) o bien porque el calor es extremo y los tábanos (que en ciertas regiones reinan durante los días de temperatura alta) nos orbitan alrededor como si fueran nuestros satélites personales y sonoros. ¿Cómo reaccionar si el mal tiempo impide un ascenso? ¿O si una gripe o similar nos "obliga" a quedarnos quietos?

El tiempo no hace una pausa y es nuestra responsabilidad la forma en que lo vivimos (ya sea positivamente o lamentándonos por todas nuestras limitaciones).

Una experiencia interesante que nos permite conocernos más a nosotros mismos consiste en, la próxima vez que por cualquier motivo estemos a punto de entrar en una crisis o en un malhumor básico, darnos un segundo, observar la situación desde afuera (como si fuéramos espectadores de nosotros mismos) y decidir, con lucidez y voluntad de opción, si queremos vivir ese enojo o no (¿va a aportar algo?). La cantidad de energía que se evapora como por arte de magia al enfadarnos es algo importante a tener en cuenta. Al menos, si optamos de vez en cuando por el malhumor, será una opción consciente. Y probablemente el estado de contentamiento más allá de los hechos externos será una constante. No confundir esto con euforia: se trata más bien de un estado que funciona como una agradable música de fondo de nuestra vida.


Precepto moderador: que esta actitud no nos lleve al conformismo.


21.4.11

El ritmo respiratorio al caminar

texto y foto: Anahí Flores
La senda comienza y por suerte los primeros pasos son sobre sendero plano. Pero el camino no demora en ser cada vez más oblicuo e ir hacia arriba, buscando la verticalidad. Y parecería que la respiración se acelera en relación directa con la ascensión. Junto con la respiración, el corazón va a un ritmo cada vez más rápido, al punto que los latidos retumban en el oído. El combo completo es que con los cambios respiratorios y cardíacos, sobreviene el cansancio general y, en casos extremos, el replanteo: "¿qué hago caminando por las montañas si podría estar acostado panza arriba en la playa?"
La respiración y el rendimiento físico van de la mano. Así como la respiración caótica agota al organismo, el cuerpo cansado descontrola más aún el ritmo respiratorio. De la misma forma, al respirar con un ritmo consciente, el cuerpo recarga sus baterías y, en el caso del trekking, hace que la caminata sea más placentera.
El Yôga Antiguo recomienda la respiración más obvia: la nasal (tanto para inspirar como para exhalar). Que sea siempre silenciosa (no hacer fuerza ni para captar el aire, ni para dejarlo ir). Un ritmo que funciona muy bien con el caminar es 1-0-1-0. Inspirar en un tiempo (sugerencia: cuatro segundos contados mentalmente, o bien cuatro pasos) y exhalar en la misma medida de tiempo. No hay retención con pulmones llenos o vacíos (eso significan los dos ceros). La medida de tiempo puede ser mayor o menor dependiendo del confort de cada uno, la capacidad pulmonar y el momento de la caminata, siempre que sean idénticas las duraciones de la inspiración y de la exhalación. Tal vez al inicio esto no resulte tan simple como parece, pero si se persevera, llegará un punto en que la caminata y la respiración quedarán sincronizadas y, en ese momento, se vivirá el placer de caminar sin cansarse, o (al menos) cansándose abismalmente menos.
Precepto moderador: no por esforzarse en lograr la respiración ideal hay que dejar de lado cosas importantes como apreciar el paisaje. Tampoco forzarse a respirar de una forma para la que aún no se está listo. Si se vuelve necesario que el ritmo se quiebre de vez en cuando, no hay ningún problema. La próxima vez será mejor. Además, la idea es ritmar la respiración sólo al inicio de la caminata, hasta que se vuelva automático y continúe sin exigir nuestra atención constante.


Este texto también se encuentra en:
Livre pensar do Yôga (blog de São Paulo, Brasil), Refugio Frey.

7.4.11

Poner atención


Poner atención en la actividad que se está haciendo y no andar con la mente a los saltos de un asunto a otro como en un zapping, hace, sin duda, que realicemos mejor cada cosa y, también, que disfrutemos más. En la montaña, la falta de atención puede hacer que nos desorientemos en un camino no tan marcado o descuidemos otros pequeños grandes detalles.
Hay formas y formas de aprender a concentrarse. Una de ellas consiste en sentarnos confortablemente, cerrar los ojos (con el único objetivo de evitar la dispersión) y volcar toda la atención hacia un sonido, por ejemplo, el sonido del viento. Durante algunos minutos, no pensar en otra cosa, como si sólo ese sonido existiera en nuestra vida. Si algún otro pensamiento irrumpe, observarlo (que uno no sea la mente, sino espectador de la mente) y regresar, una vez que haya pasado, a nuestro objeto de concentración: el sonido del viento.

Sugerencia: realizar este ejercicio durante algunos minutos, todos los días. Observar cómo, día tras día, la mente se va habituando, y concentrarse se torna una actividad cotidiana.


Este texto también se encuentra en:
blog del Método DeRose

24.3.11

Limpieza post caminata

Texto y foto: Anahí Flores
En días de calor y senderos de tierra es frecuente que cada paso que damos levante una nube de polvo. A lo largo de la caminata, vamos cubriéndonos de tierra hasta que ropas y piel se tiñen de montaña.
Al final del día, no siempre las condiciones hacen posible bañarse, pero sí limpiar las fosas nasales que, al igual que el resto del cuerpo, han quedado cubiertas de tierra.
Existe un conjunto de técnicas que nos permiten limpiar las mucosas y los órganos internos. En este caso, será útil para sacar el polvo acumulado en las fosas nasales, limpiando, así, los conductos respiratorios.
En una posición sentada y confortable (jamás de pie, ya que la hiperoxigenación puede generar mareos), inspirar lentamente por la nariz y exhalar con fuerza (antes, colocar un pañuelo bajo las fosas nasales). La fuerza para exhalar es abdominal, no facial. La inspiración será lenta y silenciosa mientras que la exhalación, rápida y ruidosa. Repetir varias veces. Por lo menos, los conductos respiratorios se habrán desempolvado y mejorará la respiración en general.
Un detalle para tener en cuenta es que esta forma de limpiar las mucosas nasales tiene un efecto colateral: despierta. Por eso, es mejor realizarla ni bien se llega de caminar, bastante antes de sumergirse, hasta la mañana siguiente, en la bolsa de dormir.
Contraindicación: abstenerse de este ejercicio (así como de cualquier respiratorio con ritmo) si tiene presión alta o problemas cardíacos. Tampoco es recomendado, como la mayoría de las técnicas descriptas en Calidad de vida en las montañas, para hacer a más de tres mil metros de altura.

Este texto también se encuentra en:
blog del Método DeRose
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