28.6.11

Autoentrega

texto y foto: Anahí Flores
Retomemos el código de ética del que ya hemos hablado en otras ocasiones (en los textos No creerse el dueño de las montañas y en Optar por el buen o mal humor). Una de las diez partes del código consiste en la autoentrega a una determinada situación. Esto significa: si ya se hizo todo lo posible por conseguir algo y no se lo ha logrado, no deprimirse, ni enojarse, ni hacer que las cosas empeoren. Simplemente aceptar la situación como es: let it be.
Una vez, estábamos en medio de una travesía que en algunas partes no tenía la picada marcada. Y justo en uno de esos trechos, la neblina, que ya había estado amenazando durante el día, se intensificó hasta el punto de impedirnos ver lo suficiente como para empalmar con la picada que reiniciaba más adelante. Ni el baqueano que nos acompañaba supo orientarse. ¿Qué hacer entonces? ¿Lamentarse por la mala suerte? ¿Desesperarse hasta contagiar ese estado al resto del grupo? ¿Enojarse con la neblina, con el baqueano, con la noche que se acerca? ¿O disponerse a buscar un sitio alternativo donde pasar la noche, aceptando así que, entonces o más tarde, habrá que armar campamento en algún lugar diferente al del plan original? Lo más inteligente, sin duda, es entregarse a la situación y contornear el obstáculo de la mejor forma posible, sobre todo evitando transmitir un probable malhumor a los demás (nadie quiere estar en un grupo estresado, y hay que tener en cuenta que el humor, tanto el bueno como el malo, es muy contagioso).
Precepto moderador: no apelar a la autoentrega como excusa para no esforzarse por encontrar la picada. Es una actitud para poner en práctica cuando ya se haya hecho todo lo posible por conseguir lo que estábamos buscando.


Este texto también se encuentra en Organicamente.
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