24.2.11

Fotos de una clase en el campamento Confluencia (3300 mts)

No creerse el dueño de las montañas



Texto y foto: Anahí Flores

El concepto de la no posesividad es trabajado desde hace milenios. Consiste en algo tan simple como no ser posesivo con los objetos, las ideas, las personas y, en este caso, el entorno. No creer que las montañas están aquí para servirnos y que podemos hacer con ellas lo que se nos plazca. Es más probable que las montañas nos posean cuando estamos en ellas, que la idea inversa…

Incluso haciendo trekking, se percibe la falta de cuidado del ser humano para con su entorno. Basura tirada, fuegos mal apagados, baños improvisados sin cubrir los desechos cuidadosamente como lo haría, por ejemplo, un gato. El mismo hombre que va a la montaña buscando "estar a solas" consigo mismo y con la naturaleza, regresa dejando tras de sí un rastro que demora en desaparecer.

Aunque teóricamente sepamos que el hombre no es el centro del mundo, falta en muchos casos ponerlo en práctica. Cuando vayamos al próximo trekking, cuidemos del medio ambiente:

- encendiendo fuego sólo donde esté permitido, y luego apagándolo;

- llevando de vuelta la basura producida;

- si no hay baños preestablecidos, hacer un hueco en la tierra y luego cubrirlo hasta que desaparezca;

- usando jabones, detergentes, etc, biodegradables;

- caminando únicamente por senderos marcados;

- y si el espacio en la mochila lo permite, juntando la basura que un hipotético visitante anterior haya dejado "olvidada".

Precepto moderador: el hecho de que cuidemos del medio ambiente no implica volvernos insoportables al punto de no disfrutar del paseo.


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10.2.11

Durante una pausa



Sucede, en algún momento, que la mochila se amalgama a nuestra espalda. Todos los que tienen el hábito de caminar por la montaña sintieron ese amor-odio por su propia mochila. Cuando la relación está en su apogeo y preferimos mantenerla puesta todo el tiempo, podemos usar las pausas (destinadas a tomar agua, sacar una foto, recuperar el aliento) para dar un descanso a las piernas aprovechando el peso que llevamos en la espalda.
En el Yôga Antiguo trabajamos con la musculatura en frío (o sea: sin repetición y consecuente calentamiento de la musculatura). Por eso, el siguiente ejercicio, que pertenece a la familia de los ásanas (así se llaman las técnicas corporales) debe realizarse sólo una vez y permanecer en él el máximo de tiempo que el confort permita.
Sentarse, extender la columna tanto como sea posible y luego dejarla caer hacia delante sin hacer fuerza por bajar (lo mejor es que el cuerpo se adapte de a poco a la posición). La fuerza de gravedad ayudará a aproximar el pecho a las rodillas y las piernas se mantendrán siempre extendidas. Con cada exhalación, relajar el cuerpo aún más y sentir que la musculatura de las piernas se elonga y en consecuencia descansa, por algunos minutos, del esfuerzo de la caminata.
Regla de seguridad: esforzarse sin forzar nos recomienda una de las reglas generales de ejecución de esta filosofía milenaria. Si la posición no resulta confortable, es mejor no permanecer por mucho tiempo. Una sugerencia es hacer exactamente lo mismo pero retirando antes la mochila.

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Refugio Frey, Livre pensar do Yôga (blog de São Paulo, Brasil), Bomfeeling (blog de Porto, Portugal), Orgánicamente.



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