21.4.11

El ritmo respiratorio al caminar

texto y foto: Anahí Flores
La senda comienza y por suerte los primeros pasos son sobre sendero plano. Pero el camino no demora en ser cada vez más oblicuo e ir hacia arriba, buscando la verticalidad. Y parecería que la respiración se acelera en relación directa con la ascensión. Junto con la respiración, el corazón va a un ritmo cada vez más rápido, al punto que los latidos retumban en el oído. El combo completo es que con los cambios respiratorios y cardíacos, sobreviene el cansancio general y, en casos extremos, el replanteo: "¿qué hago caminando por las montañas si podría estar acostado panza arriba en la playa?"
La respiración y el rendimiento físico van de la mano. Así como la respiración caótica agota al organismo, el cuerpo cansado descontrola más aún el ritmo respiratorio. De la misma forma, al respirar con un ritmo consciente, el cuerpo recarga sus baterías y, en el caso del trekking, hace que la caminata sea más placentera.
El Yôga Antiguo recomienda la respiración más obvia: la nasal (tanto para inspirar como para exhalar). Que sea siempre silenciosa (no hacer fuerza ni para captar el aire, ni para dejarlo ir). Un ritmo que funciona muy bien con el caminar es 1-0-1-0. Inspirar en un tiempo (sugerencia: cuatro segundos contados mentalmente, o bien cuatro pasos) y exhalar en la misma medida de tiempo. No hay retención con pulmones llenos o vacíos (eso significan los dos ceros). La medida de tiempo puede ser mayor o menor dependiendo del confort de cada uno, la capacidad pulmonar y el momento de la caminata, siempre que sean idénticas las duraciones de la inspiración y de la exhalación. Tal vez al inicio esto no resulte tan simple como parece, pero si se persevera, llegará un punto en que la caminata y la respiración quedarán sincronizadas y, en ese momento, se vivirá el placer de caminar sin cansarse, o (al menos) cansándose abismalmente menos.
Precepto moderador: no por esforzarse en lograr la respiración ideal hay que dejar de lado cosas importantes como apreciar el paisaje. Tampoco forzarse a respirar de una forma para la que aún no se está listo. Si se vuelve necesario que el ritmo se quiebre de vez en cuando, no hay ningún problema. La próxima vez será mejor. Además, la idea es ritmar la respiración sólo al inicio de la caminata, hasta que se vuelva automático y continúe sin exigir nuestra atención constante.


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Livre pensar do Yôga (blog de São Paulo, Brasil), Refugio Frey.

7.4.11

Poner atención


Poner atención en la actividad que se está haciendo y no andar con la mente a los saltos de un asunto a otro como en un zapping, hace, sin duda, que realicemos mejor cada cosa y, también, que disfrutemos más. En la montaña, la falta de atención puede hacer que nos desorientemos en un camino no tan marcado o descuidemos otros pequeños grandes detalles.
Hay formas y formas de aprender a concentrarse. Una de ellas consiste en sentarnos confortablemente, cerrar los ojos (con el único objetivo de evitar la dispersión) y volcar toda la atención hacia un sonido, por ejemplo, el sonido del viento. Durante algunos minutos, no pensar en otra cosa, como si sólo ese sonido existiera en nuestra vida. Si algún otro pensamiento irrumpe, observarlo (que uno no sea la mente, sino espectador de la mente) y regresar, una vez que haya pasado, a nuestro objeto de concentración: el sonido del viento.

Sugerencia: realizar este ejercicio durante algunos minutos, todos los días. Observar cómo, día tras día, la mente se va habituando, y concentrarse se torna una actividad cotidiana.


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blog del Método DeRose
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