11.5.11

Optar por el buen o mal humor


Texto: Anahí FloresEnlace

Foto: Miguel Sampedro

Muchos somos los que pasamos el año en un contexto urbano y disponemos de unos pocos días para disfrutar de las montañas. Anhelamos ese tiempo y cuando llega, queremos disfrutarlo al máximo. Sin embargo, en nuestra programación no existe el mal clima u otros obstáculos y somos capaces de enojarnos porque llovió toda la semana (imposibilitando un trekking) o bien porque el calor es extremo y los tábanos (que en ciertas regiones reinan durante los días de temperatura alta) nos orbitan alrededor como si fueran nuestros satélites personales y sonoros. ¿Cómo reaccionar si el mal tiempo impide un ascenso? ¿O si una gripe o similar nos "obliga" a quedarnos quietos?

El tiempo no hace una pausa y es nuestra responsabilidad la forma en que lo vivimos (ya sea positivamente o lamentándonos por todas nuestras limitaciones).

Una experiencia interesante que nos permite conocernos más a nosotros mismos consiste en, la próxima vez que por cualquier motivo estemos a punto de entrar en una crisis o en un malhumor básico, darnos un segundo, observar la situación desde afuera (como si fuéramos espectadores de nosotros mismos) y decidir, con lucidez y voluntad de opción, si queremos vivir ese enojo o no (¿va a aportar algo?). La cantidad de energía que se evapora como por arte de magia al enfadarnos es algo importante a tener en cuenta. Al menos, si optamos de vez en cuando por el malhumor, será una opción consciente. Y probablemente el estado de contentamiento más allá de los hechos externos será una constante. No confundir esto con euforia: se trata más bien de un estado que funciona como una agradable música de fondo de nuestra vida.


Precepto moderador: que esta actitud no nos lleve al conformismo.


1 comentario:

Web Statistics